CHILAPA DE ÁLVAREZ, Gro. (apro).- Uno tras otro, en el salón de eventos Los Alcatraces, ubicado en el municipio guerrerense de Chilapa de Álvarez, mujeres y hombres de la región que bajaron de sus comunidades –a veces lejanas– se ponen de pie para narrar sus historias.
Pese a sus 62 años y su agotamiento físico, Lorenzo Santos Reyes lleva cerca de tres años buscando a Roberto, su hijo, víctima de desaparición por un grupo de hombres armados. El hombre explica que vendió su yunta para cubrir sus viajes a la cabecera municipal, donde siempre escucha de las autoridades que su caso no avanza, y que a raíz del crimen tuvo que suplir las labores que realizaba su hijo en el campo.
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