CIUDAD DE MÉXICO (apro).- En 2011, cuando los partidos Revolucionario Institucional (PRI) y Nueva Alianza (Panal) anunciaron que irían en coalición a la elección presidencial del año siguiente, en el equipo de Enrique Peña Nieto se planteaba un cálculo: Elba Esther Gordillo no aportaría muchos votos, pero sí podía restar.
Recordaban lo que la entonces dirigente del magisterio hizo en 2006, cuando se encargó de operar con gobernadores priistas a favor del panista Felipe Calderón, desinflando a Roberto Madrazo, en cuya campaña enfrentó protestas magisteriales por todas partes.
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