CIUDAD DE MÉXICO (apro).- La Asamblea Nacional del PRI, el 12 de agosto próximo, se realizará en el peor escenario posible para el partido gobernante: la reciente encuesta del periódico Reforma confirmó que el 80% de los consultados se oponen a la continuidad del tricolor en la presidencia de la República, no tienen un candidato sólido e indiscutible al interior del gabinete de Enrique Peña Nieto y ahora ya se ventila la posibilidad de abrir los “candados” estatutarios para abrir el abanico de aspirantes.
No hay nada peor para los priistas que la incertidumbre. Acostumbrados a los rituales sexenales del “destape”, el “tapado” y la “cargada”, el peñismo ha sido tan anticlimático en este punto como en prácticamente todos. Las alianzas, las finanzas, las trampas y las candidaturas a diputados federales, senadores y gobernadores se mueven a partir de la elección del sucesor presidencial.
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