CIUDAD DE MÉXICO (apro).- El presidente Andrés Manuel López Obrador lleva un mes hablando del robo de gasolina a Petróleos Mexicanos (Pemex). Pero ni la explosión del ducto en Tlahuelilpan, Hidalgo, ha sido suficiente para que el gobierno mexicano demuestre hasta ahora que está embarcado en desmontar las estructuras mafiosas que durante años se han dedicado a robar a la petrolera.
Ha evitado referirse a los grupos de delincuencia organizada que se adueñaron de tramos de los ductos, a pesar de tener esa información. En Hidalgo, por ejemplo, después de la tragedia que ha dejado hasta ahora 117, muertos han sido asesinados dos jefes locales que se dedicaban al robo de gasolina.
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