BEIJING, 29 de mayo (apro).- Es sabido que la gran muralla cibernauta impide a los usuarios chinos consultar los contenidos juzgados como peligrosos por el amplio criterio de las autoridades, que van de lo pornográfico a lo democrático. Con el “gran cañón”, su nueva arma, Pekín pasa de la defensa de la portería propia al ataque de la contraria y empuja la ciberguerra a un nuevo nivel.
Algunas webs alojadas en Estados Unidos críticas con la censura china o que proporcionan utensilios para regatearla han sido tumbadas en los últimos meses. Fue el caso en marzo de GitHub, donde se aloja una comunidad de chinos expatriados llamada GreatFire, misma que facilita espejos para consultar los diarios extranjeros y otras páginas bloqueadas en su país. Citizen Lab, un instituto de la Universidad de Toronto, diseccionó el ataque y concluyó que aunque compartía la infraestructura de la gran muralla cibernauta, ésta se llevó a cabo a través de un sistema separado, con diferente diseño y aptitudes.
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