TLAYACAPAN, Mor. (apro).- Las festivas calles de este pueblo mágico del oriente de Morelos, repletas de coloridas tiendas de artesanías y expendios de fruta, dulces, antojitos y micheladas, dieron paso repentinamente a un silencio espeso, sólo roto por el martilleo y las voces de los trabajadores que rehabilitan el soberbio exconvento colonial que fracturó el sismo de septiembre de 2017.
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