“En un principio…”

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Felicitaciones, Tío Lolo, pues no es usted tan peregrino como dicen por ahí las malas lenguas, eso lo demuestra su carta a este buzón, con una brillante defensa del trabajo y, al mismo tiempo, una magnífica definición del humano como especie, ya que, más que otras cosas, es un aprendiz de brujo debido precisamente a nuestra actitud contradictoria ante el mismo.

El título de esa obra, de la que se han hecho películas y hasta un poema sinfónico, se debe a una balada del mismo nombre de Goethe, basada, como su célebre “Fausto”, en una leyenda popular de gran significado simbólico. Recordemos de manera sumaria su argumento: un aprendiz de las artes mágicas, para zafarse del trabajo de limpiar y poner en orden el laboratorio, como le ha ordenado su maestro, en ausencia del mimo, da vida a una escoba por medio de una fórmula de hechicería para que le llene de agua un gran recipiente, pero no logra detenerla con sus palabras mágicas cuando la misma ya ha cumplido con lo ordenado; en su intento por detenerla, la rompe en dos… pero en lugar de cesar el conjuro, se encuentra que en lugar de cesar con el hechizo, cada parte de la escoba continúa con dicha tarea, lo que convierte al laboratorio en un desastre… hasta que llega el maestro, ve lo que ocurre y, con sus artes brujeriles, soluciona el problema.



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