MÉRIDA, Yuc., 27 de mayo (apro).- En la humilde morada que compartían, en pleno centro de la ciudad, un hombre de la tercera edad pasó al menos tres días junto al cadáver de su amigo. Nunca se percató que había dejado de existir.
La pareja de pepenadores, Ángel y Jorge, habitaban un pequeño y desvencijado predio ubicado en la calle 71 del centro, donde el segundo perdió la vida –tendido en su hamaca– por causas desconocidas.
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