Julio Scherer.– Nuestra amistad prendió hace 25 años, en la matanza de Tlatelolco y tu renuncia como embajador en la India. Yo trabajaba en Excélsior y te propuse la dirección de una revista a la que pondrías nombre, sello y contenido (Plural, antecedente de Vuelta). Fue una época difícil, el gobierno hostil a tu presencia. ¿Qué es hoy del tiempo ensangrentado de Díaz Ordaz y qué de tu vida de entonces?
Octavio Paz.– No sé cómo contestar a tu pregunta. Es muy vasta y comprende muchos temas. Me pides un juicio sobre la vida de México y sobre la mía propia, desde 1971 hasta nuestros días, más de 20 años ricos en cambios y peripecias. Además o, mejor dicho: ante todo, tu pregunta resucita imágenes, sentimientos y episodios que, pese a los años transcurridos, me parecen apenas de ayer. Pienso en nuestro encuentro en 1971 y pienso en nuestra amistad, que ha sobrevivido a tantos años y a tantas diferencias de actitudes y opiniones… En fin, procuraré sobreponerme a mi natural emoción y trataré de responderte con cierto orden. Pero te advierto que mi respuesta será un poco larga.
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