Dos semanas después de la visita del secretario de Estado Antony Blinken –en la que se le reclamó la ausencia de medidas de Washington para frenar el tráfico de armas a México–, se inició en Nueva York el juicio a dos ciudadanos estadunidenses acusados de cometer dicho tráfico. El entusiasmo que ello provocó en la Cancillería mexicana pronto derivó en decepción: el viernes 30 un juez federal desechó la demanda mexicana contra ocho fabricantes estadunidenses de armas.
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