Jorge Carrasco Araizaga
MÉXICO, D.F., 31 de agosto (proceso).- Impreciso como el de su antecesor, el gobierno de Enrique Peña Nieto no acaba de definir una estrategia contra la inseguridad. Rebasado por la delincuencia y presionado para dar resultados, se acerca cada vez más a las acciones de Felipe Calderón, del que hasta ahora sólo lo separan la espectacularidad y la intensa propaganda de fuerza.
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