CIUDAD DE MÉXICO (Proceso). – Confieso que la decisión más difícil que enfrenté ante el libro de Felipe Calderón, Decisiones difíciles, fue sentarme a leerlo.
El protagonismo político, público, partidista y tuitero de Calderón me produce escozor. Soy de las que piensa que el papel de quienes ya dejaron la silla presidencial debe ser otro. Regresar a la academia y al análisis de los grandes temas globales al estilo de Ernesto Zedillo, o volver al activismo y a la tarea de empoderamiento cívico al estilo de Barack Obama.
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