LA HABANA.– Existe un equilibrio entre sus palabras y su personalidad, entre la inteligencia y su historia inverosímil. Máquina del verbo, avasalla cualquier límite cuando ha pronunciado las primeras cinco frases. Embriaga y se embriaga y disfruta de su auditorio tanto como éste de él.
Las patas de gallo, precursoras de todos los mapas posibles en el rostro, no aparecen aún en la cara de Fidel. Los ojos incandescentes son los de sus discursos. La barba es negra bajo la luz del sol, rojiza bajo la luz artificial. Sencillo y desbordado, en él se mezclan la suavidad y la firmeza.
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