CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Las elecciones 2021 han sido unas de las más desconcertantes e inéditas en la historia reciente de los procesos electorales. La confrontación pública entre la 4T y el INE no tiene precedente. No existen antecedentes de que un presidente de la República descalifique de la manera en que AMLO lo hace con el INE y en especial con los consejeros Lorenzo Córdova y Ciro Murayama. El encono es recíproco. Éstos lo han tachado de manera provocadora como populista, han bajado a sus candidatos, lo han apercibido públicamente por intervenir indebidamente en el proceso electoral y hasta han lanzado amagos de arresto domiciliario por desacato. Ahora le imputan la posibilidad de una nulidad generalizada de los comicios.
En efecto, sería un retroceso consentir que la Presidencia de la República se erija como garante de las elecciones, pero tampoco es admisible que el INE se convierta en un contrapeso político. No es su función. Si bien cada proceso electoral es diferente, esta elección intermedia 2021 no guarda precedente.
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