CIUDAD DE MEXICO (apro).- “El primer eje de mi gobierno es lograr un México en paz”, prometió Enrique Peña Nieto en su toma de posesión, el 1 de diciembre de 2012, y ofreció como prioridad devolver la tranquilidad a las ciudades, los pueblos y las carreteras para que “los mexicanos transiten con seguridad, sin temor de perder la libertad o la vida”.
A casi cuatro años de esa promesa, el fracaso de Peña es ostensible: México no está en paz y en prácticamente todas las ciudades, pueblos y carreteras del país anida la inseguridad y la violencia, con un reguero de cadáveres que alcanza ya los niveles del fatídico gobierno de Felipe Calderón.
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