Si bien Nicolas Sarkozy y sus dos coacusados pueden apelar la sentencia, el hecho ya está ahí: fueron condenados a tres años de cárcel (de los cuáles uno debe cumplirse efectivamente en una celda). La sentencia, histórica, demuele la imagen que había venido construyendo el expresidente como el “salvador” de la muy disminuida política partidista de la derecha gala, y aparentemente acaba con sus ilusiones de habitar otra vez el Palacio del Elíseo.
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