Por Ana Lilia Pérez*
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- El huachicoleo –robo de hidrocarburos– no es un fenómeno nuevo. Fue detectado desde el gobierno federal hace al menos dos décadas y no tiene que ver sólo con las bandas del crimen organizado, tan de moda estos días: es también un delito institucional y de cuello blanco en el que participan trabajadores de todos los niveles de la paraestatal petrolera, sindicalizados o de confianza. Es una “industria” tan bien aceitada y funcional que no es exagerado hablar de un “Pemex paralelo”. La siguiente investigación revela su extensa trama.
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