La frase, que en español significa “la gran renuncia”, pertenece a un verso del canto III del infierno, donde, según Dante, están los cobardes. Alude a un hombre que, al parecer, el poeta conoce. Retomo la traducción de Bartolomé Mitre: “Luego que algunos hube señalado,/ la sombra vi del que cobardemente/ la gran renuncia hiciera de su estado”. Su nombre, sin embargo, se ha perdido. Los especialistas han querido ver en él a Celestino V, el Papa que renunció al pontificado en el siglo XIII. Otros a Esaú, que cambió su primogenitura por un plato de lentejas. Otros más a Poncio Pilato. Sea quien sea, el verso se refiere a lo que la teología llama recusatio: “rechazo indigno de algo que está en nuestras manos hacer”.
La posición que Cuauhtémoc Cárdenas asumió durante la presentación que el Colectivo por México hizo a fines de enero para difundir el esbozo de un proyecto alternativo de nación y un espléndido artículo de José Antonio Crespo, “Cárdenas: oportunidad perdida” (El Universal, 8 de febrero), me lo recordaron.
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