CIUDAD DE MÉXICO (apro). – Una película, un film, diría Borges, fue al encuentro de un tiempo perdido. Y a través del arte nos lo trajo a la memoria desde el lejano 1894. Lo remitió al presente para recordarnos una injusticia terrible y una lucha de un gran intelectual contra ella. Injusticia que hoy se repite de muchas maneras. Por ello, no hay anacronismo. El film se titula: “J’accuse”. Resultó premiado hace días en el Festival de Venecia. Este artículo consta de tres partes: síntesis del caso Dreyfus que estremeció y dividió a Francia y al mundo, y que fue ocasión del “J’accuse” (Yo acuso); papel de Émile Zola en la defensa de un militar judío-francés a quien se imputó un crimen no cometido; y actualidad de tal drama.
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