Járkiv, la segunda ciudad más importante de Ucrania, gran polo cultural y dueña de una larga y gloriosa historia, es ahora el nuevo objetivo de las fuerzas rusas. Sometida a constantes bombardeos, la población de la ciudad se niega a dejarse abatir y trata por todos los medios de mantener algo parecido a la normalidad: los niños siguen jugando en los jardines de sus casas, las madres pasean a sus bebés por los parques, sin importarles las ruinas de los edificios o las columnas de humo que se ven por doquier.
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