CIUDAD DE MEXICO (apro).- La semana pasada llegó un mensaje inquietante a Los Pinos. El procurador general de la República, Raúl Cervantes Andrade, informó a la oficina de Enrique Peña Nieto que había encontrado en un restaurante a Tarek Abdalá, diputado federal del PRI y extesorero de Javier Duarte, el exgobernador emblemático de la cleptocracia veracruzana.
Abdalá se acercó a Cervantes Andrade para pedirle de forma urgente una audiencia. Su argumentación fue que era necesario hablar con el procurador para que el escándalo de corrupción de Duarte de Ochoa “no salpique aceite cuando se le avienten ajos”.
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