BELÉN, Cisjordania (proceso).– Un viejo refrán árabe dice que no se puede aplaudir con una mano. Cuando empezaron a jugar futbol siendo unas niñas, en las calles de Belén o Jerusalén, casi escondiéndose de sus hermanos y de sus padres, Honey, Micheline, Niveen, Jackline y la mayoría de las futbolistas palestinas comprendieron dolorosamente que el rival más duro que deberían derrotar sería una sociedad tradicional que rechazaba la imagen de una mujer anotando goles y disfrutando con un deporte al que se le consideraba reservado para los hombres.
Para poder aplaudir precisamente con las dos manos, estas jóvenes perseveraron y trabajaron con tesón para seguir existiendo y llegar a ser muchas, tantas como para formar un equipo que les permitiera seguir jugando y ser tratadas de igual manera que a un chico palestino que desea ser futbolista.
Adquiere una fotografía para ilustrar esta nota aquí