CIUDAD DE MÉXICO (proceso).- Recientemente, Jacobo Dayán escribió un artículo sobre la conducta del Estado y de los medios de comunicación en relación con la violencia: “La nada ante la barbarie” (Animal Político, 18 de agosto). Su argumento es penetrante. No apunta, como he tratado de hacerlo en estas páginas, a los vínculos que el Estado ha establecido, desde hace muchas décadas, con el crimen organizado. Nos muestra otra cara del monstruo: su inacción, su desprecio, su omisión frente a la tragedia humanitaria en la que la violencia nos ha sumido; una actitud que, en su complicidad con el crimen, llama “nada”.
En dicho artículo, Dayán muestra cómo el gobierno de la mal llamada 4T, semejante a las administraciones anteriores, no ha hecho nada para garantizar la verdad y la justicia. Tampoco para disminuir la violencia. Mientras el discurso presidencial la niega, la Secretaría de Gobernación y las fiscalías la administran sin resultado alguno. Tenemos casi un nivel de impunidad absoluto, más de 90 mil desaparecidos, más de 300 mil asesinatos, la mayoría sin resolver, cerca de 40 mil cuerpos en los semefos sin identificar, más de 3 mil fosas clandestinas, sin contar las de las fiscalías, cuyo desaseo en la inhumación de cuerpos es, en muchas de ellas, semejante a las practicadas por el crimen organizado; 35% del territorio nacional tomado por células criminales.
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