La captura del exfiscal de Veracruz, Jorge Winckler el lunes 25 semeja más a un acto de revanchismo político que de justicia. Su detención repite el ciclo de perversión que llevó a la cárcel a su predecesor Luis Ángel Bravo Contreras. Y es que, en las últimas administraciones –incluida la del morenista Cuitláhuac García–, los gobernadores han convertido a la Fiscalía General del Estado en su brazo represor contra los opositores.
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