CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Cuenta el arquitecto Enrique X. de Anda que hace algunos años, en Argentina, sus colegas Carlos Flores Marini y Ramón Gutiérrez instituyeron el Premio Atila para entregarlo cada año al funcionario público más depredador, a aquel que hubiera autorizado la destrucción del mayor número de edificios simbólicos.
Sugiere con cierta ironía establecerlo de nuevo en México porque constantemente se destruyen edificios de épocas pasadas, particularmente de arquitectura moderna. Es una situación relacionada con el concepto de ciudad y el problema –dice– es que quienes la administran no tienen ninguna idea de la importancia de la arquitectura histórica.
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