MONTERREY, NL (apro).- La forma del agua (The shape of water, 2018) es un cuento de hadas, con una variación siniestra, sombría y mortal. Guillermo del Toro retoma los elementos de la bella y la bestia, muy recurridos en la ficción, para presentar una maravillosa fantasía que provoca vértigo, por la insólita mezcla de géneros y su tratamiento adulto, con momentos cargados de sexualidad.
Elisa (Sally Hawkins) es una mujer apocada cuya belleza se encuentra en el interior. Es solitaria, pequeña y muda. Inesperadamente, encuentra el amor en la forma de un anfibio humanoide (Doug Jones), capturado en algún lugar de América del Sur y confinado en un laboratorio secreto donde ella trabaja haciendo el aseo.
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