Monterrey, NL (apro).- Desde el principio de ‘La gran apuesta’ (The big short) se aclara que para provocar desconcierto, en el mundo de las finanzas se utiliza terminología rebuscada. Si la gente ignora de qué hablan los genios de Wall Street, difícilmente puede cuestionarlos.
Con el manejo de elevados conceptos, los dueños del dinero proyectan que únicamente ellos pueden desenvolverse en ese ambiente. Y en la cinta dirigida por Adam McKay pasa más o menos lo mismo. Está tan impregnada por la jerga especializada que difícilmente un ciudadano común la entenderá.
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