BOGOTÁ, Col. (apro).- El hecho más importante dentro de la turbulencia que ha vivido Venezuela en los últimos cinco días no fue el virtual autogolpe de Estado del presidente Nicolás Maduro, al arrebatar sus poderes a la Asamblea Nacional a través del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), sino lo que ese acontecimiento develó: la honda fractura que existe dentro del chavismo.
Es evidente que la decisión de Maduro de recular en el autogolpe no se dio por la generalizada condena internacional que provocó su arriesgada apuesta de desconocer al Poder Legislativo, sino por el sorpresivo “parón” que le dio la fiscal general, Luisa Ortega, una connotada integrante de la cúpula chavista, al advertir que esa acción era inconstitucional.


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