La mezquindad de la 4T

CIUDAD DE MÉXICO (proceso).- En las primeras líneas de su ‘Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres’, Rousseau escribe: “Comencemos, pues, por dejar de lado los hechos”. Con esa frase, dice el filósofo Michel Onfray, Rousseau abrió la puerta al dominio de la pura especulación y de la ideología: si hay que dejar de lado los hechos, lo único que queda para enfrentar la realidad son las hipótesis, las suposiciones y los axiomas. “Esos supuestos pronto se transforman en verdades por la gracia performativa” y de la propaganda de quien detenta el poder: lo que es, no es aquello que es, sino aquello que el hombre de poder enuncia y decide de manera ideológica.

Esta manera de conducirse, que permeó una buena parte del pensamiento de la modernidad, tiene hoy su mayor exponente en México en Andrés Manuel López Obrador y la 4T. Si algo caracteriza su intento de transformar la corrupción del país, no es, por desgracia, el análisis de los hechos que lleva a políticas públicas profundas, sino la suposición, el enunciado que deja de lado el hecho y se constituye en verdad.


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