NUEVA YORK.– La impartición de justicia de Estados Unidos respecto de los narcotraficantes, dando a unos el estatus de testigos protegidos, a otros refundiéndolos de por vida en un calabozo y a otros enviándolos al patíbulo, es hoy un asunto de conflicto de interés familiar y de amistades para el caso de Ismael el Mayo Zambada García.
Más allá del misterio y minucias de la entrega pactada del capo de capos del Cártel de Sinaloa al gobierno de Estados Unidos, su caso es altamente crucial y complicado para el Departamento de Justicia.
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