Marcela Turati
CIUDAD JUÁREZ, CHIH., 18 de febrero (proceso).- Escondida en una casa en ruinas, con montes de escombros en lugar de piso y huecos donde alguna vez hubo puertas o ventanas, la señora Padilla Martínez asoma la cabeza poco a poco. Hasta cerciorarse de que está fuera de peligro, se acerca. Desde su refugio cuenta que en noviembre su hijo mayor, Jorge (que llevaba sus mismos apellidos) fue “levantado” por policías municipales del puesto de hamburguesas que atendía. Su cadáver fue encontrado al día siguiente, en el fondo de un mirador, arrojado como cualquier perro muerto.
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