CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Después de tres décadas, la abuela maya guatemalteca Carmen Xol Ical puede hablar de los seis años en los que fue violada y esclava doméstica en un destacamento militar. Junto con otras diez sobrevivientes, se armó de coraje para denunciar y lograr lo que parecía impensable: la primera sentencia por esclavitud sexual como crimen de guerra en un tribunal del país donde el delito fue cometido.
Su desgracia comenzó en 1982, cuando una base militar, bajo las órdenes del teniente Esteelmer Francisco Reyes Girón, se asentó en la pequeña aldea de Sepur Zarco y, en una incursión a la Finca Esperanza, los soldados se llevaron al esposo de Carmen. En el mismo operativo detuvieron a 18 hombres de la comunidad.
Adquiere una fotografía para ilustrar esta nota aquí