CIUDAD DE MÉXICO (apro).- El gobierno mexicano siempre ha escuchado comunicaciones telefónicas privadas. Lo nuevo consiste en cómo lo hace y para qué usa el producto de sus ilegales intromisiones. También es novedad que ahora no sólo oye sino también lee las comunicaciones, como en los muy viejos tiempos en que la correspondencia aún no era libre e inviolable.
El gran problema que tiene hoy México es que no hay, ni se quiere que haya, el menor control sobre esa actividad. El gobierno ha dicho que no sabe nada de nada, pero no se le ha solicitado un informe oficial sobre las interferencias “legales”, quiénes las hacen y con qué propósitos generales. Dicen que todo es secreto de “seguridad nacional”, lo cual es una mentira, pero muchos medios y casi todos los partidos se la han creído.
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