Las palabras del Papa

Olga Pellicer / CIUDAD DE MÉXICO (proceso).- La visita del Papa a México ha creado un momento singular en la vida política nacional. El descontento y la indignación, que caracterizan el ánimo de gran parte de la ciudadanía en los últimos tiempos, abrieron un paréntesis para la esperanza, la algarabía y la curiosidad. No se prolongó mucho tiempo. La manipulación evidente de la visita por parte de los dirigentes políticos de todo signo, así como la cobertura agobiante de sus actividades por parte de Televisa y los canales oficiales, obligaron a voltear la vista. A punto de terminar el gran espectáculo en el que participaron activamente la pareja presidencial, los gobernadores y los diversos secretarios de Estado que acompañaron constantemente al Papa, llega el momento de la reflexión. ¿Hasta dónde se mantuvieron las expectativas sobre el Papa del cambio y el compromiso social? ¿Cuál es el peso de sus palabras sobre la realidad que desea cambiar?

La respuesta a las preguntas anteriores es variable. Sin duda, el itinerario que se fijó para la visita tenía un alto valor simbólico. Acudir a los barrios marginados de la Ciudad de México, a los estados más pobres y notorios por los problemas de violencia, o a la frontera entre México y los Estados Unidos conlleva, en sÍ, un menaje poderoso. El impacto se registró bien en los titulares de la prensa internacional, que consistentemente llamaron la atención sobre los dramáticos problemas sociales que existen en los sitios visitados.



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