CIUDAD DE MÉXICO (apro).- En el cuarto de hospital donde Valentina cuidaba a su hijo, quien se recuperaba de un infarto, la madre de otro paciente le ofreció empleo como trabajadora del hogar. Ella aceptó por necesidad, pero al paso del tiempo resultó una mala historia.
“Estuve siete años con esta familia. A veces me pagaban completo, otras no. Yo lo iba anotando en un cuaderno: se logró 50 mil pesos de sueldo no liquidado, le cobré y no me contestó. Le pedí seguro pero nunca me lo dio, aguinaldo tampoco. Decidí dejar esa familia porque yo bañaba hasta el perro y por ningún pago extra. Y aunque me quedé sin trabajo, por lo menos tengo libertad”.
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