#MemoriaPública / CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Los buscadores son aquellas familias que abandonadas por el gobierno y el Estado decidieron localizar a sus seres queridos desaparecidos en la mar de fosas clandestinas que se encuentran diseminadas por todo el país. Muchos de ellos sólo llevan una varilla metálica, un palo y unas palas con las cuales van picando y rascando la tierra con la ilusión de encontrar un rastro, algún girón de ropa o huesos que les confirmen que manos criminales enterraron a personas ahí.
Hace uno días escuché un programa de radio en el que el conductor Ciro Gómez, en un tono burlón, criticaba los números de desaparecidos que las organizaciones sociales tienen en sus registros. Según el locutor, se les debería llamar extraviados, no desparecidos, ya que algunos de ellos volvían a sus casas y no eran notificados ante las autoridades. Nunca habló de la gravedad del tema y jamás reconoció que aun cuando fuera una persona la que estuviera desaparecida por manos criminales, ese hecho es condenable y el gobierno tiene la obligación de averiguar dónde se encuentra.
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