MÉXICO, DF,29 de mayo (apro).– Mientras que en el Mediterráneo la Unión Europea se apresta a enfrentar con la fuerza militar el creciente tráfico ilegal de migrantes y sus funestas consecuencias, en el Océano Índico otro operativo castrense puso bajo los reflectores del mundo un comercio humano con cuadros dantescos.
Al tiempo que en la frontera entre Malasia y Tailandia se descubren decenas de campos de detención y cientos de fosas comunes, en el golfo de Bengala y el mar de Adamán flotan a la deriva miles –la Organización Internacional de Migraciones (OIM) calcula que pueden ser hasta 8 mil– de fugitivos famélicos y harapientos de Myanmar y Bangladesh, sin que ninguno de los países de la región se haga cargo.
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