CIUDAD DE MÉXICO (apro).- En la política mexicana hay muchos sablistas o tramposos que para sus partidos representan una carga indeseable, pero imposible de borrar. Se trata de una pléyade de exgobernadores de todas las fuerzas políticas que han endeudado a sus estados y se han enriquecido de manera ilegal, sin que la justicia les haya tocado un solo pelo.
Un sablista, según una definición legal, “es aquel estafador que con mentira en los motivos y falsedad en la promesa de restitución obtiene, en ocasiones, dinero para sus necesidades, y con más frecuencia para su holganza y vicios, con el fiel propósito de no devolverlo”.
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