CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Por aficiones deportivas o proclividad a ciertas ostentaciones, gustos personales y detalles para consentir a los hijos o a las esposas, los presidentes de México intervinieron, construyeron y dilapidaron recursos públicos en la residencia oficial de Los Pinos de manera discrecional y opaca.
La vieja casona del rancho de La Hormiga, que ocuparon en sus respectivos periodos el presidente Lázaro Cárdenas y su sucesor, Manuel Ávila Camacho, fue insuficiente para el presidente Miguel Alemán Valdez, que decidió construir la faraónica residencia que hoy lleva su nombre.
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