John M. Ackerman
CIUDAD DE MÉXICO (proceso).- Una de las máscaras más importantes que utiliza el régimen autoritario mexicano para esconder las redes de poder corrupto que en realidad mandan en el país es el mito de la “institucionalidad” democrática. Todos los días nuestros gobernantes insisten en que México es un país de “instituciones” y que lo único que hacen los servidores públicos es “aplicar la ley”. El mismo partido en el poder, el Revolucionario Institucional (PRI), se ufana desde su mismo nombre de ser supuestamente “institucional”.
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