CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- México doliente. México enlutado. México entre los países con más muertes y más contagios por covid-19, por más que el gobierno lo niegue y sus seguidores incondicionales lo crean. Los funcionarios mienten pero las cifras no y están ahí: frías, inertes, pero reveladoras de una tragedia que pudo haber sido evitada con más honestidad y mejores políticas públicas. Como argumenta Laurie Ann Ximénez-Fyvie en el libro Un daño irreparable: la criminal gestión de la pandemia en México, “los resultados que hoy vivimos son una consecuencia directa de las decisiones que se han tomado para enfrentar el problema”. Teníamos tiempo, aprendizaje previo, un equipo epidemiológico experimentado con el cual enfrentar el reto. Pero hemos fracasado, como gobierno y como sociedad.
Por los que no usaron y no usan el cubrebocas, por los que violan las disposiciones de sana distancia y van de fiesta en fiesta, de reunión en reunión, contagiándose y contagiando a otros. Indudablemente ha habido irresponsabilidad individual y colectiva. Pero la irresponsabilidad mayor recae sobre los hombros de quienes –desde el poder– han mentido, tergiversado, minimizado y confundido. Empezando por Hugo López-Gatell, quien enfrentará no sólo el juicio de la historia, sino el de sus pares en el mundo científico donde nunca más volverá a ser visto con buenos ojos o tomado con seriedad. Por todo lo que dijo desde el inicio de la pandemia, y por todo lo que sigue diciendo ahora, en su momento más álgido.
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