CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Cinco meses y dos encuentros furtivos bastaron para que la jerarquía católica doblara al presidente Enrique Peña Nieto y al segundo hombre más fuerte del país, Miguel Ángel Osorio Chong, quienes, atribulados por el movimiento magisterial, la presión del empresariado y la debacle electoral, decidieron no sólo “congelar”, sino “sepultar” en el Congreso de la Unión la iniciativa de matrimonios igualitarios.
La lógica fue no abrir más frentes y pactar. Y aunque el andamiaje legislativo ya estaba en curso para avalar la iniciativa presentada el 17 de mayo por el presidente Enrique Peña Nieto ante la comunidad lésbico, gay, bisexual, travesti, transexual, transgénero e intersexual (LGBTTTI), el PRI operó en la Cámara de Diputados para evitar la votación en el pleno.
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