“Me llaman príncipe”/ Nostalgia por el Reich

BERLÍN (proceso).- “Todos mis amigos y conocidos me llaman simplemente príncipe Norbert, como corresponde a mi rango. Tal fue el caso del káiser Guillermo o el príncipe Bismark”, dice convencido, mirando de frente a la cámara, el jubilado alemán Norbert Schittke.

El aparentemente inofensivo septuagenario de barba blanca no es cualquier “abuelo”. Es, según él mismo, el legítimo canciller imperial alemán, y desde su casa –en la pequeña comunidad de Diekholzen, en Baja Sajonia– dirige el denominado “Gobierno en Exilio del Imperio Alemán”. Sí, del imperio alemán. Ese surgido en 1871, que durante 47 años fue una de las economías más poderosas del mundo, que se extinguió con su derrota en la Primera Guerra Mundial pero que en el imaginario de Schittke todavía existe.



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