CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Cuando llegó al estadio de futbol de las Chivas, en Guadalajara, José Antonio Meade iba feliz por los aplausos que había recibido antes de los banqueros en la Convención de Acapulco, pero la sonrisa se le congeló cuando empezaron a chiflarle y a gritarle protestando por el aumento de los precios de la gasolina.
El candidato presidencial del PRI, que dice no ser priista, se paró de su asiento y comenzó a caminar tratando de sobreponerse, pero la rechifla no paraba. Tecnócrata hasta la médula, trató de explicar el aumento de la gasolina tomando en cuenta los precios internacionales y la subvención gubernamental, sin embargo, el abucheo en su contra se mantuvo.
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