CIUDAD DE MÉXICO (proceso).- Antes de Pemex no había más símbolo de identidad nacional que la Virgen de Guadalupe. Con la expropiación petrolera de marzo de 1938 y la creación de la empresa estatal, “el nacionalismo mexicano adquiere su momento cumbre”, dice el historiador Lorenzo Meyer. Y explica por qué: “es la culminación de un esfuerzo en un país que a la vez estaba creando su sentido de independencia, de nación, de nacionalismo, y todo eso se conjuga en el petróleo”.
Durante los gobiernos de Ruiz Cortines, López Mateos y Díaz Ordaz, “Pemex era tan fuerte que parecía el ‘Gibraltar’ del nacionalismo mexicano: una roca que ya no se va a mover”. La empresa, dice el también politólogo, llegó a ser “el símbolo de un país que tenía confianza en sí mismo”.
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