México, D.F. (apro).- Cuando el gobernador de Morelos, Graco Ramírez, llegó a palacio de gobierno, lo primero que dijo que es que el estado encontraría la paz luego de años de violencia y la presencia ominosa del crimen organizado. También se definió como hombre de izquierda y aseguró que estaría cerca de las causas sociales.
Sin embrago, lo primero que hizo fue aceptar el mando único y se alineó a la estrategia militar y policiaca de combate al narcotráfico dictado desde Los Pinos, que una y otra vez ha mostrado su fracaso. Luego se embarcó en una serie de conflictos personales, como el ocurrido con el nuevo alcalde de Cuernavaca, Cuauhtémoc Blanco, y la confrontación con los familiares de desaparecidos que denunciaron la existencia de fosas clandestinas utilizadas por el mismo gobierno estatal.
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