CIUDAD DE MÉXICO (apro).- La afrenta tuvo cita el 22 de junio de 1986. El marco para la pintura en movimiento fue el Mundial de México 86, tomando como escenario el mítico Estadio Azteca. La escenografía colocó a 114 mil 580 asistentes a los que se le sumaron millones que le siguieron por radio y televisión, además de acaparar la mirada de un sol que bañaba las gradas y quemaba el césped en ese mediodía.
Instancias de cuartos de final en que Argentina e Inglaterra se encontraban para ver quién seguiría la ruta para conquistar la Copa del Mundo. La albiceleste se presentaba al acto como una selección que había olvidado sus raíces latinas, en donde la gambeta y jugadas vistosas daban paso a la táctica rigorista que prefiere el resultado seguro al “jugar bien, gustar y ganar”. Por su parte, Inglaterra se pronosticaba por muchos como la favorita para vencer a su rival; era lo que se esperaba de su futbol frío y calculador.
Adquiere una fotografía para ilustrar esta nota aquí