Lucía Luna
MÉXICO, 6 de marzo (apro).- Atrapado en las contradicciones entre la política interior y exterior de Estados Unidos, el gobierno de Barack Obama enfrenta en la actual coyuntura la dificultosa tarea de avanzar negociaciones con países a los que por decenios ha catalogado como “terroristas”. Tales son los casos de Cuba e Irán, e indirectamente Siria, de cuyo régimen necesita para detener el avance del grupo, ese sí terrorista, Estado Islámico (EI).
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