TUXTLA GUTIÉRREZ, Chis., 16 diciembre (apro-cimac).- En 1991, su intención era llevar palabras de aliento a las pacientes de los hospitales públicos de Tapachula. A partir de ejercer esa labor, conoció a muchos migrantes que no necesitaban aliento, sino techo, alimento y medicinas.
Conmovida por la vulnerabilidad de ese tipo de personas, Olga Sánchez, presidenta del albergue “Jesús, el Buen Pastor”, se puso entonces a vender ropa usada en septiembre de aquel año y a pedir limosnas en las calles para poder comprar medicamentos, sobre todo para los migrantes que perdieron sus brazos o sus piernas al caer de La Bestia en Ciudad Hidalgo, punto de embarque de los migrantes hacia la frontera norte del país.
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