CISJORDANIA (proceso).- “Tan cerca y tan lejos”, suspira Fadi Abu Hilal y señala desde la azotea de su casa la emblemática cúpula dorada de la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén. Sin controles militares y sin muro de separación, este mexicano-palestino podría acceder al lugar santo musulmán en pocos minutos. Sin embargo, no ha puesto un pie en la mezquita Al-Aqsa desde 2006.
“Los israelíes no me dan permiso porque, según ellos, no tengo nada que hacer en Jerusalén. Lo más grave es que ya no me hace falta ir. Me he acostumbrado. Ellos ganaron”, afirma, resignado, este odontólogo de 32 años.
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